miércoles, 1 de mayo de 2013

The Blade Chronicles

Para inaugurar el blog voy a publicar algo que escribí en un momento en el que el sol no brillaba en mi vida exactamente. Tomaros unos minutos y leer...


Las gotas golpean la superficie de la bañera. El tono del agua cada vez es mas rojo. La rutina diaria, echar todo fuera, sumergirte en el agua y castigarte. El filo de la cuchilla, al igual que el agua de la bañera, está salpicado con manchas rojas al igual que tu piel. Todo está cubierto de sangre, todo ahí para recordarte lo mala que eres. Nada sale bien y lo peor es cuando tienes que salir de esa bañera teñida de rojo, limpiar el vómito y la sangre y seguir con la rutina. La misma rutina de siempre, ocultarlo al mundo entero. Los cortes escuecen y las tripas rugen pero no importa en ese momento son tu alivio, tu refugio. Sí, un refugio en el que puedes decidir donde vas a cortarte hoy o cuanto vas a vomitar. Lo controlas, o por lo menos es lo que crees. Es lo único que puedes controlar en tu vida. No comprendes como en tan poco tiempo lo que empiezan siendo dos cortes, un mero experimento, se convierten en cien, doscientos cortes. Porque crees que lo controlas pero la locura y la enfermedad no se controla y lo sabes. Sabes que no es el camino que debes seguir pero lo sigues. Es tu salvación y el ancla que te hunde al mismo tiempo. Sientes que tienes el control, crees que sientes que lo tienes pero no estás cerca de conseguirlo y aunque lo sabes y te das cuenta de ellos prefieres poner excusas y ver el lado bueno ya que no piensas para hasta llegar a la perfección. No te importa morir en el intento. Prefieres brillar por un momento a vivir en las sombras. 

(20 de abril. 1:25 a.m) 


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