Hola mis lectores bonitos, hoy os traigo otra vez un nuevo capítulo de esta breve historia. ¡Espero que os guste! :)
III
Y a partir de ese día tuve el lujo de poder observarte de
cerca todas las tardes. Creamos nuestra pequeña rutina. Llegabas cuando se iba
el último cliente, cenábamos lo que quedase de la hornada de aquel día y te
preparaba un café solo, que yo odiaba, y me preparaba un té rooibos, que tu
odiabas. Fuimos añadiendo cambios a nuestra pequeña rutina. Un día se te olvidó
el dinero para pagar la cena e insististe en ayudarme a cerrar el local ya que
metí yo mi propio dinero en la caja para pagarlo. Y el resto de los días,
aunque pagaste tú lo de ambos, me ayudabas a fregar, guardar y apagar todo.
Cerrábamos el local juntos. Y una noche, mientras que cerrábamos el local,
abriste mi mundo.
Me gusta como escribes, son cosas bastante tiernas
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